Los celos representan uno de los peores enemigos de las relaciones, especialmente si son infundados. Antes de dejar que invadan la situación y terminan estropeando todo, conviene aprender a controlarlos.
Los especialistas consideran como normal que en ciertas circunstancias de la vida en pareja se sientan celos, lo que no está bien es que estos se apoderen de la relación convirtiéndose en detonante para peleas que pueden incluso llegar a la ruptura.
Todas las relaciones son distintas, lo que, aunado a que cada una cursa diferentes etapas, imposibilita una regla clara para aprender a controlar los celos, primeramente porque no siempre involucra la misma parte de los sentimientos de exclusividad.
No es igual sentir celos a nivel de la sexualidad, que respecto al compromiso, la química, los planes en conjunto o la intimidad, convirtiendo en erróneo la generalización del problema y llevándolo a todos los ámbitos de la relación.
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Encontrar el origen de los celos
La inseguridad suele ser uno de los principales detonantes de los celos; cuando nos sentimos inseguros, resulta sencillo ver cosas donde no las hay, llenándonos la cabeza de dudas que la mayor parte de ocasiones carecen de fundamento.
Esta falta de autoestima nos hace sentir desvalorizados, comprometiendo la estabilidad física y mental llenándonos de contradicciones que cambian tanto la personalidad como las perspectivas de la relación.
Los celos han formado parte de nuestras vidas desde el comienzo
Los celos no se tratan únicamente de un asunto de pareja; las primeras experiencias forman parte de la infancia. Lo experimentamos claramente cuando llega a casa un hermano menor, llenándonos de emociones negativas que nos hacen sentir desplazados.
Esas sensaciones se reviven más tarde con amigos y los primeros amores; recordar entonces lo que en su momento nos sirvió para canalizar el recelo, representa la mejor estrategia aunque el contexto sea distinto, mientras que de no haber sabido hacerlo, tomarlo como una oportunidad de aprender
Adoptar posturas activas respecto a los sentimientos
Un error recurrente al momento de manejar los celos es permitir que se apoderen de la situación; los terapeutas, recomiendan respirar antes de actuar y concentrar las energías en la transformación de las emociones, si bien es un trabajo que exige tenacidad conforme nos vamos calmando se torna más sencillo.
Asimismo, resulta crucial evitar que los sentimientos y emociones se conviertan en un asunto público, los celos pueden ser comparados como sentarse a tomar café con enemigos disfrazados de amigos, todo se verá perfecto pero en realidad no perderán tiempo para propiciar ideas negativas.
Elegir bien a quien revelas el problema
Evitar la paranoia es igual de necesario que privarnos de alertar a la pareja respecto a nuestros celos; revelarle esta información sólo logrará condicionarla, esforzándose por cambiar aquello que detona el sentimiento dejándonos sin la posibilidad de trabajar en nuestro interior.
No confundamos tampoco tener un confidente que nos aconseje y nos brinde una perspectiva desde afuera con contarle nuestros problemas a la colectividad, esto mal pone a la otra parte, e igualmente nos hace quedar como personas inseguras.
Cuidado con las emociones volátiles
Al igual que las drogas –sobre todo la cocaína y el alcohol– las emociones pueden ser contraproducentes cuando estamos celosos no solo porque incrementan la presencia de delirios típicos de los celos, maximizando las dudas y sospechas sino que alteran la capacidad de razonamiento.
Tanto llevados por la emoción como bajo los efectos de estas sustancias, dejamos de ver las cosas desde una perspectiva objetiva dejándonos arrastrar por un mar de sentimientos que explotan volatilmente debido al tiempo que llevan reprimidos.
Hacer una escena es el mínimo de los problemas, en esta clase de situaciones se termina perdiendo mucho más que el control, pues no hay vuelta atrás dejando una marca difícil de borrar en la relación.
Reconquistar el territorio exacto es la clave
Los celos generalmente son consecuencia de un sentimiento que nace cuando dejamos de sentirnos exclusivos para ese alguien especial, por tendencia, en un aspecto determinado.
Es preciso en ese terreno donde debemos enfocarnos, planteando objetivos que permitan superar el sentimiento; será indispensable que los mismos puedan ser evaluados y que se vinculen al espacio o aspecto en el que nos sentimos amenazados.
Nadie disfruta ni está obligado a soportar una relación en la que todo son dudas, la confianza es uno de los pilares de cualquier relación sana, de ahí que al perderse únicamente existen dos caminos, trabajar en conjunto para retomarla o una ruptura.
Aceptar que en la separación puede estar la solución
Asombra la cantidad de parejas que acuden a terapia por culpa de los celos; si bien la primera sugerencia es trabajar en una conciliación, llega el momento en el que un único camino dejó de ser viable recomendándole que cada quien tome su propio rumbo.
Por más grande que sea el amor, de poco sirve si el resto de los sentimientos no están equilibrados, vivir en una constante zozobra pensando que el otro lo está engañando, es tan insano como que esa persona ande tratando de moldear su comportamiento para complacernos.
Ante una ruptura, lo indispensable será evitar dramatizar demasiado la situación, si bien desprenderse de una relación simplemente duele, peor es mantenerla por razones equivocadas.
Decir adiós aunque duela
Aun comprometiéndonos al “hasta que la muerte los separe”, para todo hay un final, y la vida en pareja no es la excepción.
Si consideras que la fecha de caducidad de la tuya llegó a su fin a causa de los celos, no por razones infundadas, sino por la convicción de sentir que dejaste de ser único para el otro atrévete a dar el paso y darle conclusión al capítulo.
Seguir esforzándote por recuperar lo que ya no sientes, sencillamente no merece la pena, entiende que si verdaderamente el amor es recíproco, no hay necesidad de convencer al otro de lo que vales, él debe tenerlo claro.
Recordemos lo elemental de querernos antes de salir a buscar quien nos quiera, que nadie merme tu autoestima, por más grandes que sean nuestras debilidades o carencias, tenemos lo suficiente para ser correspondidos.