Nadie nunca ha dicho que cortar con alguien es fácil, seas el que ha terminado la relación o la persona que ha sido ‘dejada’. Por eso, esta nota propone ver con otros ojos el final de una relación y evaluar las señales brindadas por ambas partes de la relación finalizada.

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Me quiere, pero no quiere volver conmigo
Esta es una de las situaciones que queremos analizar: no todas las rupturas tienen que ser malas rupturas. Y es que después de compartir tiempo juntos y vincularse en una relación afectiva, con cuidado y compromiso, no hay por qué guardar broncas y que todo termine mal. Sin duda tendrán sus razones para haber cortado el vínculo, también: a veces, sobre todo en la adultez, no se trata de que se haya ido el amor o que haya habido un problema concreto, sino una diferencia de objetivos y perspectiva de vida. Quizás uno no quiere tener hijos, mientras que el otro lo concibe como un hito en su vida, y algo que no está dispuesto a negociar para permanecer en esa relación. También hay parejas históricas que han terminado sus romances en pos de una carrera profesional que implicaba mudarse de ciudad, dejando el otro de los dos su lugar, su puesto, sus afectos y sus espacios. Sin dudas es posible mantener el afecto y el amor, incluso la tensión sexual (y la actividad sexual, ¿por qué no?) entre ambos. Pero está claro que toda pareja debe estar viviendo una misma etapa, compartir la misma sintonía, o bien compartir objetivos. Si se encuentran en distintos planos, no será su momento.
Mi ex me habla, pero no quiere volver
Como decíamos antes, toda pareja debe tener una serie de acuerdos en común. Una suerte de contrato de palabra en la que conocen el límite del otro. Dejar de vincularse con quien fue nuestro amor, quizás nuestro conviviente y mucho más, no es algo que se logre de la noche a la mañana… Para dejar de comunicarse tienen que dejar de pensarse como el vínculo primario que fueron previamente, y es uno de los duelos más fuertes que tiene que atravesar toda persona: comprender y hacerse a la idea de que ese individuo ya no está en nuestras vidas, y eventualmente dejar de ‘depender’ emocionalmente de ellos, ganando autonomía en esa nueva etapa que es la soltería.
Ahora bien, por otra parte, quien siga sosteniendo la comunicación insistentemente debe saber que tiene que tener algo llamado responsabilidad afectiva. Y es que si se ha acordado que la relación terminaba allí, de nada sirve seguir tensando las cosas y no permitir que la herida sane. Por esto, es importantísimo saber que, en las relaciones como en los trabajos, sólo hace falta que una de las partes no quiera estar más allí para que se termine.
Entonces si eres el dejado y estás insistiendo en comunicarte en el cotidiano con quien fue tu pareja y ha decidido tomar otro camino: no lo hagas, recula y toma distancia. Va a ser lo mejor, sobre todo para tí mismo y para que todo quede en buenos términos. Si eres el que ha decidido cortar: pues que quede bien claro, debes hacerte responsable de sus decisiones, de nada sirve que te arrepientas y no termines de soltar a quien has decidido cortar. Además, si deciden volver va a haber algo que va a estar roto hace tiempo, una ilusión que ya no está presente debido a que ya hubo una ruptura en la relación, y la confianza no se encuentra inmutable.
Cuando el dejador quiere volver
Sin dudas todos los humanos erramos, y eso es lo más particular de nuestra especie. Pero lo más importante es poder aprender de nuestros errores, y no volver a cometerlos. En este ejemplo, vayamos directo al punto: decidir cortar con alguien y luego pedirle de volver no es más que un error garrafal. Piensalo bien, si le cortas a quien amas y con quien quieres pasar el tiempo, proyectar a futuro y compartir la vida o lo que dure el amor… No puedes dudar mucho al respecto, ¿o si? además, si te hace caso y vuelven, nada será igual, tu palabra no valdrá lo mismo que antes debido a tus titubeos. Realmente: no lo hagas.
¿Por qué mi ex cambió tanto?
Hay una frase odiosa que mucha gente suele repetir “¡cuánto has cambiado!” e incluso coronar con “me impresionas”. La realidad es que nadie no cambia, nadie permanece en el mismo lugar sin verse afectado por su contexto, inalienable e imperturbable por el tiempo.
“Quien no cambia, no evoluciona” reza una frase, y así es. Incluso tú has cambiado y seguramente no te has percatado de ello; por esto, ten en cuenta que si han cambiado lo suficiente para decidir cambiar de rumbo y que cada uno vaya por su lado, no nos queda más que decirte que esto es lo mejor. ¿O prefieres pudrirte al lado de alguien que no quiere estar contigo y permanecer en el mismo lugar toda tu vida?. Cambiar siempre es para mejor, siempre trae dinamismo y cambios, pero si lo hacemos debe ser en unísono con la persona que elegimos como pareja en el cotidiano. Este es el quid de la cuestión en todo vínculo: nada es matemático, pero debe funcionar como una balanza o un péndulo, todo sobre una base de acuerdos y en equilibrio, cambiando los dos por su parte, pero eligiendose mutuamente.
Mi ex presume de felicidad
Ah, un clásico de los viejos tiempos… No hay persona más sabia que aquella que se conoce fielmente, respetando sus tiempos y sus propios procesos. Todo duelo debe ser transitado en sus términos, todo llanto debe ser llorado, y si ves a una persona que finge que todo está demasiado bien siempre y quiere encararlo con positividad y alegría, sin momentos tristes: desconfía.
No es sano tratar de ignorar lo que nos pasa y apresurarnos de una relación a la otra sin saber pasar tiempo con nosotros mismos, los protagonistas de nuestras vidas. Pero también es claro que si ves a una persona plena, lo ves muy bien después de mucho tiempo y crees que se ha apresurado en una nueva relación cuando acaba de cortar públicamente con alguien más, seguramente esa persona no venía siendo del todo feliz donde estaba, y aunque estaba a su lado, la estaba duelando y mentalizandose para dejar de ser su pareja.
Recuerda entonces: si tu ex es tu ex, por algo será. Además, para que una relación termine, sólo hace falta que una de las partes ya no quiera estar allí.